Primera etapa de nuestra Vélodyssée en Charente-Maritime: Marans, en el corazón de las Marismas del Poitou. Amarramos nuestras bicis, porque aquí vamos a desplazarnos sobre el agua. Después de muscular nuestras piernas recorriendo centenares de kilómetros de pistas para bicis, es hora de hacer trabajar los brazos ¡remando!
Vélodyssée en Charente-Maritime : ¡ parada en Châtelaillon !
Día 1: Descubrimiento de las marismas
Esta pequeña parada verde nos va de maravilla, ¡necesitábamos respirar un poco! Deslizándonos por el agua descubrimos las Marismas de la región de Poitou, su fauna y su flora. Los cisnes, los martines pescadores y las libélulas nos acompañan a lo largo de nuestro recorrido sobre el agua.
¡Es magnífico!
Esta escapada nos ha sido muy beneficiosa, ahora ¡es tiempo de retomar la ruta! Antes de abrocharnos el casco protector y salir, vamos a pedir algunos consejos a uno de los barqueros de las marismas. Buscamos un lugar a orillas del mar para descansar unos días, él nos recomienda Châtelaillon. ¡Allí vamos!
Día 2: Recorriendo la costa atlántica
Seguimos las recomendaciones del navegante de la Charente y buscamos un lugar donde pasar la noche. Está claro que para nosotros ¡va a ser el camping! Parece que hay uno que está muy bien en el pueblo de Les Boucholeurs, el camping Port Punay… los ciclistas son bienvenidos y la mujer del propietario es holandesa, una amante de la bici con toda seguridad.
En nuestro trayecto, atravesamos La Rochelle y nos paramos unos minutos para saborear un helado de toffee en el puerto. Revitalizados por ese dulce, atacamos los últimos kilómetros.
El tramo que recorre el litoral entre La Rochelle y Châtelaillon ¡es magnífico! Pronto vemos la ciudad dibujarse a lo lejos. Justo antes de llegar a buen puerto, no podemos resistir la tentación de hacer un alto en una bellísima playa con numerosas casetas: se trata del puerto del Plomb en Angoulins. Definitivamente, esta Vélodyssée en Charente Maritime ¡está llena de sorpresas!
Día 3: Un descanso bien merecido en Châtelaillon
Finalmente llegamos al destino que nos va a conllevar ¡un descanso bien merecido! Tras aparcar nuestras bicis en el paseo marítimo de Châtelaillon, corremos a destensar las piernas en el agua.
Este baño nos ha abierto el apetito. ¡Estupendo! La terraza del terraza Bugatti y sus ensaladas nos esperan con los brazos abiertos. Aprovechamos está parada reconstituyente para que nos inflen los neumáticos de las bicis en Good Bikes, donde alquilan y reparan bicicletas; están justo detrás del Casino.
Con nuestras monturas como nuevas y con el apetito satisfecho, va siendo hora que descubramos Châtelaillon y sus alrededores. Reseguimos la línea de la costa entre el puerto y los criaderos, las salpicaduras de las olas nos refrescan la cara. Al llegar al bello pueblo de Les Boucholeurs, nos impide el paso un tractor de ostricultores lleno de bolsas de ostras. Acabamos de comer y sin embargo ¡viendo estos mariscos se nos hace la boca agua! ¡Ya sabemos qué vamos a cenar esta noche!
Cuando llegamos al camping Port Punay, nos reciben Morgan y Angélique con una amplia sonrisa. Ubicado en medio del pueblo y en plena naturaleza, el camping es perfecto para descansar. Pasamos el fin de la tarde en el área de bienestar del camping y cenamos en la terraza del chiringuito de Saveurs Nacrées donde saboreamos una bandeja de marisco con vistas a la bahía. El sol se está poniendo y disfrutamos del momento antes de reemprender la marcha dentro de unos días hacia Royan, la última etapa de nuestra Vélodyssée en Charente-Maritime.