Tras un sabroso desayuno familiar, nos montamos en las bicicletas para llegar a la playa en un par de pedaladas. Ningún “¿ya llegamos?”, ¡ la playa se encuentra apenas a unos minutos!
Un día en familia en la playa de Châtelaillon
9.30 h: Un día de playa para todos
Una vez allí, cada uno encuentra su modo de ser feliz bajo el sol. Los pequeños enseguida retoman posiciones en el club “Mômes à la plage”, mientras que papá y mamá aprovechan para ofrecerse un momento de desconexión. Vincent quiere iniciarse en el paddle surf y yo ¡ me apunto a una sesión de zumba! La manera ideal de hacer ejercicio a la vez que se charla con las amigas del año pasado.
¡El paraíso de los niños se encuentra aquí!
11:00: Sabor a vacaciones
Después de un momento para sí mismos, toda la tribu se reúne para una colorida escapada por los pasillos del mercado.
¡Este es nuestro ritual apetitoso en Châtelaillon-Plage! Despertamos la curiosidad de los niños, llenamos las cestas de productos frescos y conocemos a los productores locales. Mientras Louise aprende a escoger el melón con Vincent, los chicos, por su lado, ¡no han tardado en encontrar el puesto de las ostras! Juntos escogemos el menú de la barbacoa del mediodía antes de volver a casa para el almuerzo.
Mi selección de mercados
Para llenar la cesta de productos locales y frescos
12.30 h: ¡Uno para todos y todos a la mesa!
De regreso a casa, nos ponemos los delantales mientras los peques se divierten al sol en el jardín. La barbacoa desprende los olores de la carne braseada y termino mi radiante ensalada a base de productos comprados esta misma mañana. En Châtelaillon los pequeños placeres dan paso a ¡grandes momentos de felicidad!
Mientras comemos, hablamos de cómo nos ha ido la mañana, ¡intentando memorizar los nombres de los nuevos amigos de los chavales! La siesta de Louise tras el almuerzo nos permite sacar los juegos de mesa e intentar ganar (por fin) a los chicos.
15.30 h: Tortitas, castillos de arena y cabaña de paja.
Esta tarde, aprovecharemos el cielo azul para pasear por las bonitas calles de Châtelaillon.
«¿Quién tiene hambre?» Unas cuantas tiendas más allá, el Café des Bains des Fleurs obsequia a toda la familia con sus deliciosos creps y su vista incomparable sobre el océano. Ideal para reponer fuerzas ¡antes de subirse a las atracciones de la feria!
Luego, tomamos dirección a la playa para tomar un baño los cinco. ¡Preparados, listos, al agua! En Châtelaillon, la ausencia de oleaje permite a los más pequeños bañarse con total seguridad: un verdadero placer.
«Mi momento preferido del día es cuando mamá nos deja jugar al borde del agua solos, ¡como los mayores!»
Fin de la jornada
El sol se pone en el océano mientras Vincent extiende el mantel sobre la arena. Como cada atardecer desde que estamos de vacaciones, montamos un pícnic en la playa. Y por supuesto, ¡no hay queja por parte de los niños!
Para completar nuestro día de playa, nos regalamos una última bebida en uno de los chiringuitos del paseo marítimo antes de regresar completamente relajados a nuestra casa de vacaciones.
¿Cómo concluir el día de playa?
Para seguir aprovechando los pequeños momentos de felicidad